domingo, 27 de mayo de 2012

De Bangalore a Kolkata


Lo prometido es deuda, así que por fin voy a relataros lo más amenamente posible como ha sido mi vida desde que dejé de trabajar. Os explico un poco de los sitios que hemos visitado y de las peripecias en las que nos hemos visto envueltas.

Salimos definitivamente de casa, en Bangalore, para coger un avión a Calcuta, donde habíamos planeado empezar nuestro viaje por el norte de la India. Apenas había dormido, pues la noche anterior habíamos tenido una merecida fiesta de despedida. Aterrizamos en Calcuta a mediodía y empieza la “diversión”. Salimos del aeropuerto en busca de un taxi que nos lleve a un pedazo de hotel con piscina que habíamos reservado con la intención de darnos el placer de disfrutar por una noche del buen vivir, y deshacernos de todo el estrés que estábamos pasando. Después de hablar con varias personas en el aeropuerto, por fin conseguimos que alguien entienda dónde queremos ir y cogemos un taxi de prepago sin aire acondicionado a más de 40 ºC a la sombra, pero no importa la piscina nos espera. Pagamos 375 INR y a partir de un cierto punto nos dicen que el taxi tiene que poner el cuentaquilómetros, nos calculan que seran unas 75 INR más que tenemos que pagar al taxista después, nos parece bien. Entramos en un carro pesado, grande y viejo conducido por un chico muy joven, pero lo suficientemente adulto como para tener ya los dientes manchados de mascar pan (es como una especie de tabaco muy popular entre la gente de clase baja). A los pocos minutos de trayecto nos damos cuenta de que en Bangalore la gente conduce muy bien, pues aquello más que conducción temeraria era un claro intento de suicidio; las calles estaban completamente inundadas de vehículos de toda clase, pero eso no impedía que nuestro taxista se sintiera como en una carrera de formula 1. Tras una hora de viaje, varias ocasiones de accidente y un calor infernal nos paramos a un lado de la carretera y nuestro taxista, que no habla ni una sola palabra de inglés, nos echa del taxi a gritos. Desde fuera, cansadas y empapadas en sudor, vemos que hemos pinchado. Bueno, estas cosas pasan. Nos esperamos en una sombra mientras nuestro artista soluciona el problema; levanta la parte posterior del coche con un gato bajo un tremendo sol de mediodía, el sudor le caía a chorros y yo tenía la impresión de que a cada vuelta que le daba al gato nos odiba cada vez más. Cuando por fin consigue levantar el coche saca la rueda de repuesto -¡Y qué rueda!- Dudo que en los vertederos de coches se pueda encontrar algo en peores condiones que aquello. La goma era tan lisa como una pista de hockey y no solo eso, sino que además en uno de los lados de la rueda tenía un roto nada discreto que conmemoraba alguna explosión anterior. En fin, yo sólo podía contemplar cuanto sudor inútil estaba siendo desperdiciado. Una vez terminado el trabajo subimos al taxi de nuevo. En un momento de lucidez, nuestro artista cae en la cuenta de que no sabe donde vamos y pregunta al personal que le explican lo que saben. Aquí nos damos cuenta de que en el sur, además de ser unos cautos conductores también tienen un excelente nivel de inglés en comparación con lo que nos estabamos encontrando. Después de dar millones de vueltas y preguntar a varias personas un policía para a nuestro hombre, imagino que tenía algo que ver con la rueda. Nos bajamos del taxi, está empezando a anochecer y no tenemos ni idea de donde está la piscina. Nuestro taxista tiene muy claro que no nos va a llevar a ningún sitio y nos pide que le paguemos ¡paisando, paisando! -nos gritaba, como si nos hubiera llevado a nuestro destino. No pensabamos pagarle, pues estamos en medio de ningún lugar rodeadas de personas con las que no tenemos una lengua en común. El chico se enfada y nos dice cosas que no entendemos, nosotras también le decimos cosas que nadie entende, a nuestro alrededor creamos cada vez más y más espectación, hasta que nos vemos rodeadas por mogollón de gente que observa y opina sobre lo que está ocurriendo. Queremos pagarle, pero antes necesitamos que nos busque otro taxi o un autorickshaw que nos lleve al hotel. Después de un rato alguno de los allí presentes nos entiende y nos para un rickshaw que dice saber dónde queremos ir, perfecto. Ahora queremos pagar al taxista lo que marca el cuentaquilómetros, 150 INR (por todas las vueltitas que nos ha dado), pero no le parece bien, dice que le tenemos que pagar 550 INR no sabemos porqué, supongo que con el dinero que nos consiga sacar podrá arreglar la rueda. Empieza una nueva discusión y se nos va el rickshaw, ahora hay mucha más gente a nuestro alrededor y todos están muy preocupados por solucionar la cuestión. El chico nos amenaza con llamar a la policía y le decimos que sí, que por favor lo haga. Así que nos desplazamos todos -nosotras dos, el taxista y todo el pueblo- unos metros hasta donde había un policía con sus gafas Rayban de imitación. Le exponemos nuestro problema y también el taxista y después también alguno de los allí presentes. El policía nos mira y nos dice que le paguemos 280 INR, le decimos que eso no es justo, a lo que responde que hagamos lo que nos dé la gana, y eso hacemos. El taxista sigue sin querer las 150 INR así que empezamos a caminar hacía alguna dirección sin pagar, hasta que el chico se resigna y coge el dinero al ver que nosotras no íbamos a ceder. Bueno, ahora no tenemos ni medio de transporte ni idea de donde estamos. Preguntamos en una tienda por el hotel y nos dicen que son un par de quilómetros, seguimos caminando, ya es casi de noche, estamos muy cansadas y los únicos rickshaws que pasan van llenos. Decidimos llamar al hotel para ver si nos ayudan. Un hombre muy majo coge el teléfono y nos pide que le pasemos con alguien de la calle, un señor que había por ahí ahora es el encargado de hacernos llegar a nuestro destino y así lo hace. Nos para un rickshaw en el que ya había nueve personas y nos sentamos al lado del conductor con nuestras mochilas, en total eramos once y todavía se pudo subir otro señor poco después.

Al final conseguimos llegar al hotel de noche, cenar algo y descansar. Esto sólo fue el primer día de nuestro viaje.

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