14 de mayo de 2012
Nos subimos en un rickshaw y sin tiempo para discusiones conseguimos que nos lleve por 100 INR al aeropuerto -a juzgar por el precio que hemos sacado, y contando con que nos está timando, el aeropuerto no debe estar tan lejos-. A mitad de camino resulta que no tenemos combustible suficiente y nos paramos en una gasolinera, le preguntamos al rickshaw-wallah que cuánto falta hasta el aeropuerto y nos dice que unos 40 minutos -no llegamos, es imposible-. Mientras esperamos, y rezamos para que esta también sea una de esas cosas que se dicen por decir algo pero sin saber nada cierto, unas niñas se acercan a mirarnos y a preguntarnos nuestros nombres y los de nuestros padres, se los decimos y se van tan felices.
Por fin llegamos a coger el avión por los pelos, de hecho el chico del check-in nos dice que le debemos un favor. Sin embargo lo que nosotras concluimos de esto es demostrar, una vez más, que en India todo es posible y que las reglas que hay están hechas exclusivamente para romperlas.
Por fin llegamos a coger el avión por los pelos, de hecho el chico del check-in nos dice que le debemos un favor. Sin embargo lo que nosotras concluimos de esto es demostrar, una vez más, que en India todo es posible y que las reglas que hay están hechas exclusivamente para romperlas.
¡Tarta de cumple! |
Más tarde nos despedimos y nos vamos en busca de nuestro bus, que para nuestra sorpresa resulta increíblemente fácil de encontrar.
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